23 de diciembre de 2010

Un invierno extra cálido

Muchas personas esperan un largo año para poder disfrutar de una semana de vacaciones al final de éste. En mi caso no es así del todo ya que el mío me permite descansar muchos días festivos y otros no festivos al año. Estos días que estoy completamente de vacaciones, decidí pasarlos en la casa de mi mamá. Tenía muchísimo tiempo de no hacerlo.

He disfrutado al máximo cada uno de los momentos a su lado. Creo que ella también gusta de tenernos de vez en cuando. Como cuando niños, nos quiere alimentar religiosamente tres veces al día y se esmera en preparar los platillos que sabe que adoramos. A diferencia de cuando estábamos pequeños, no nos obliga a levantarnos temprano, y eso es un plus ;).

Los días pasados he dormido hasta tarde, pero hoy el sol parece haberme despertado a propósito para pedirme que salga a admirar su radiante belleza.

Es una mañana divina, aunque un poco fría. Tomo mi cámara y salgo para hacer unas tomas de los alrededores. Las flores del jardín me entretienen largo rato, y saco muy buenas fotos de ellas con el rocío todavía encima.

Frente a la casa y por todo el rededor hay muchísimos árboles de nogal. Me fascinan los rayos de sol colándose entre sus ramas. Los colores de las hojas y algunas ramas secas simplemente me encantan.

Cuando siento que ya he tenido suficiente entro a la casa. Y ya son ocho con treinta.

Después de un rato me encuentro desayunando con mi familia, y sintiendo que soy la mujer mas afortunada de toda la cuadra. Porque, ¿acaso existe algo mas lujoso que estar sentada a la mesa, rodeada de tu familia, disfrutando de un delicioso desayuno, en una hermosa mañana de invierno, en la cálida y acogedora casa de campo de tus papás? ¡Naa!



Esta foto de la sala de mi mamá es la primera que tomé al levantarme. Me encanta como entra el sol por la ventana, y se crea un ambiente super agradable.


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